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6.7.18

"Marcando el tiempo": un mundo sin relojes


Ricardo Suárez-. Muy buenas y bienvenidos una edición más a este espacio de "Marcando el tiempo" en VAV Radio. Os saluda Ricardo Suárez. Vamos hoy a hablar de un tema bastante peculiar en este nuevo programa de "Marcando el tiempo", con nuestro invitado habitual, Mateo Salazar. Bienvenido.

Mateo Salazar-. Hola Ricardo, muy buenas.

Ricardo Suárez-. Un programa en el que hemos querido responder a una pregunta que, yo creo, va a tener una difícil respuesta: qué ocurriría sin el tiempo. Una sociedad en donde el tiempo no existiera, no como algo elemental en el que se mueven todas las cosas, sino que no existiera el tiempo un poco como concepto, como tal, que no existieran relojes. Una sociedad, podríamos decir, sin relojes.

Mateo Salazar-. Creo que es más acertado decir "una sociedad sin relojes" que "una sociedad sin tiempo". Porque obviamente el tiempo, aunque solo nos refiramos al tiempo astronómico, existe inevitablemente. Tanto el tiempo que midamos usando de referencia el sol, lo más básico, el día y las noches y la sucesión de estaciones, o el tiempo partiendo de un calendario lunar, con las fases lunares. De manera que bueno, de una u otra forma, el tiempo nos rodea y no nos podemos escapar. Estamos inmersos en él. Lo que puede que no exista, o podría no existir en una sociedad hipotética, que es de lo que estamos hablando, sería el tiempo "oficial", el tiempo que marcan los relojes.




Ricardo Suárez-. ¿Y cómo se organizaría esa sociedad?

Mateo Salazar-. La pregunta está muy bien planteada porque, en efecto: el tiempo es un organizador. Al fin y al cabo lo que hacemos con el tiempo es organizarnos, ser más eficientes, aprovecharlo mejor. Organizarnos para ser más efectivos. Mientras que antiguamente el tiempo se utilizaba para saber cuándo realizar la cosecha, las siembras o la recolección, o los momentos adecuados para llevar el rebaño a los pastos de alta montaña, y cuándo bajarlos hacia sitios más protegidos en los valles, mientras antes se utilizaba para eso el tiempo, era un tiempo más amplio, que como vemos se estructuraba en calendarios y por lo tanto bastante flexible también, entendiendo ésto como la carencia de una exactitud no de minutos, ni de horas, sino de días, meses y semanas. Era por lo tanto una forma de organizar a grandes rasgos y en grandes periodos de tiempo.


Ricardo Suárez-. ¿Tal vez un día volvamos a él? Me refiero: si el ser humano conquista el espacio, tal vez mirar los minutos no tenga mucho sentido, y sí los días y las semanas...

Mateo Salazar-. Puede que en cierta forma, pero es una escala totalmente diferente, y seguramente las necesidades de mantenimiento de la nave espacial nos obligarían a establecer rutinas de poco espacio de tiempo, aunque bien es cierto que podrían hacerlas robots.

Hoy en día la exactitud, y la precisión con que manejamos el tiempo, nos permite poder organizarnos en horas, incluso en minutos. Y esto hace que las tareas, el trabajo, la producción al fin y al cabo, en una sociedad netamente de producción como es en la que estamos inmersos, sea más efectivo y sacarle más rendimiento a la mano de obra, a los que realizan esa producción. Eso es lo que nos facilita el control horario; el reloj en suma.


Ricardo Suárez-. ¿Y si no existiera un reloj?

Mateo Salazar-. Pues si no existiera un reloj se tendría que utilizar otra cosa, otro instrumento de medición. Para las antiguas civilizaciones el concepto de tiempo era algo abstracto y que no se tenía como tal, no era algo tan presente como ahora. Siempre que hablamos de tiempo refiriéndonos, obviamente, al tiempo horario. Y no era un concepto que se tuviera presente, excepto por los eruditos, y por las personas que eran capaces -que había pocas, y eran personas o grupos de personas que eran capaces de trabajar con ese tipo de conceptos-, aún estando el conocimiento tan aislado pero entre quienes estaba aislado fluía una determinada corriente de conocimiento entre ellos que, es cierto que era muy restringido, pero tenían conocimientos de astronomía y esto implica el conocimiento del tiempo, del tiempo astronómico. Y también tenían bastantes conocimientos por ejemplo de mecánica, porque para hacer determinadas máquinas de precisión que realizaban artesanalmente, tenían que conocer también el tiempo.

Era un tiempo que en cierta forma, aunque ellos podían organizarse mediante él, no estaba socialmente establecida la organización por el tiempo horario tal como la tenemos ahora, que aunque nos parezca algo lógico y normal, no siempre fue así, porque los relojes no siempre estuvieron al alcance de todo el mundo, de hecho durante siglos eran instrumentos casi científicos al alcance de muy pocos que sabían no solo cómo usarlos, sino construirlos e interpretarlos.

Estamos hablando de sociedades antiguas, en civilizaciones muy remotas en los años. En el medievo el conocimiento del tiempo estaba más presente desde la introducción del reloj, sobre todo, y su popularización, y su exactitud. Porque los avances técnicos y mecánicos hicieron posible que la exactitud convirtiera el reloj en algo útil. Hasta entonces las generaciones pasadas organizaban su vida respecto a otro tipo de tiempo: el climatológico, y también el estacional. O sea: los calendarios, un tiempo que, por eso al principio iniciamos este programa hablando de él, eran simplemente divisiones de días y noches, y no de horas en los días respecto a cómo transcurre por la esfera celeste el movimiento de los astros, en este caso del sol por el día, y de la luna por las noches.


Era un tiempo práctico, en esencia, y un tiempo que no tenías la necesidad de ajustar cada dos por tres, y que no te podía fallar en cualquier momento, sino en algo mucho más fiable, muy lejos de la precisión actual de los relojes de cuarzo que cualquiera podemos tener ahora mismo en nuestras muñecas. No hablemos ya de radiocontrolados o vía satélite.

Los primeros relojes podría decirse que eran precisos para la sociedad en la que estaban, realmente indicaban las horas de los rezos con un poco de acierto, y con bastante -o relativa- orientación respecto al día en sí, en su configuración monoaguja, no lo olvidemos, pero eran útiles porque podían establecer un ritmo más regular que el de las estaciones.


Ricardo Suárez-. Siempre hablas de la revolución industrial, o siempre se habla de ello como el gran cambio, como la gran línea divisoria que había entre el tiempo como tal, el que existía y regía la vida de las gentes de siglos pasados, un tiempo que se podía utilizar para controlar, pero era un tiempo más para el conocimiento, para saber orientarse y más o menos llevar un ritmo de vida anual, y el tiempo después de la revolución industrial...

Mateo Salazar-. Sí, porque la revolución industrial hizo posible dos cosas fundamentales: una de ellas es que mejoró la tecnología que se utilizaba para los relojes, e hizo que avanzaran. Y la segunda hizo que los relojes pudieran difundirse, llegando a más sitios gracias a un abaratamiento de costes y eficiencia de producción, y que más personas tuvieran acceso a ellos.

Todo esto consiguió que llegaran a la vida cotidiana tanto de los gobiernos como de las compañías, de las empresas, y también se fueron creando departamentos, divisiones o ministerios, de control horológico y que se encontraban dentro del control administrativo y de los departamentos encargados de las medidas, muy importantes y cada vez con mayor peso en uno de los pilares de los países: el comercio.

La estandarización del tiempo, con horarios GMT o UTC (que se implementó en fechas relativamente recientes, en 1972 en concreto), trayeron consigo que fuera una norma de regularización de los horarios internacionales independientemente de la parte geográfica, donde uno podía conocer horarios de muchas partes del mundo, algo que ahora nos parece tan habitual, porque estamos muy acostumbrados, pero que antiguamente conocer el horario de otro país era algo bastante extraño. De hecho creo que pocos caían en la cuenta de ello porque no era muy necesario excepto en profesiones muy específicas, porque para la vida cotidiana de la gente saber lo que sabemos ahora sobre horarios mundiales, más aún tenerlos en la muñeca y poder pasar de uno a otro con un botón sin realizar cálculo alguno, era totalmente inusual.


Ricardo Suárez-. No era algo conocido ni tan habitual, también porque no lo necesitaban, ¿verdad?

Mateo Salazar-. Sí, obviamente tampoco lo necesitaban tanto. Se habla mucho ahora de la globalización, y en efecto en las relaciones internacionales, y no solo los que viajan a otros países, sino los que contactan mediante Internet para reuniones o intercambios comerciales, conocer horarios de otros países es importante. Pongo como ejemplo lo que era antes pedir a regiones como Asia o Estados Unidos un producto, ¿quién lo hacía? No digo que antes esto fuera imposible, pero sí muy raro. Ahora internet nos ha acercado tanto que para muchos es lo más habitual, y obviamente el conocimiento horario a nivel mundial también ha avanzado mucho.

Lo que hoy en día realizamos que nos parece tan habitual, no hace muchos años no digo que fuera impensable pero sí enormemente difícil, y a veces solo reservado a compañías de exportación/importación. Para el ciudadano de a pie algo así no estaba a su alcance, y los productos que podías adquirir venidos de otras partes del mundo eran los que llegaban a la tienda de la esquina o los que llegaban a algún comercio relativamente cercano, o que pudieras hacer en un corto desplazamiento en automóvil. Fuera de ahí, antes de los años noventa, era bastante impensable.

Esto todos lo tenemos presente... Yo recuerdo, hace muchos años, cuando yo era pequeño, cómo venían a visitarnos al barrio familias extranjeras, y era una fiesta porque nos traían golosinas, diversos artículos, juguetes y demás, y eran productos que jamás habíamos visto. Y ahora puedes pedir todo eso al mismo país, y lo puedes adquirir sin mucho problema y recibir en tu casa en cualquier momento. Esto nos hace ver bastante claramente que en materia de tiempo también se ha internacionalizado mucho y nos ha dado mucha flexibilidad, por supuesto también nos ha facilitado mucho las cosas, como el intercambio, pero también los riesgos en la salud etc., con la transmisión de enfermedades entre países.


Ricardo Suárez-. Retomemos el tema central del programa sobre la sociedad sin relojes, en una sociedad así, ¿cómo se podría medir el tiempo? Ya sé que al principio comentabas que habría algún dispositivo..., ¿pero cual podría ser?

Mateo Salazar-. Bueno, sin relojes el tiempo se puede medir con otros artilugios, lo que ocurre que entonces no dejaría de ser otro reloj: un reloj de arena, de sol... Incluso de agua. Aún no existiendo el reloj como tal, el reloj mecánico, no olvidemos que existían alternativas, hasta un reloj de arena podemos usar como temporizador. Y aunque en un reloj de arena no podamos medir con mucha exactitud, recurriendo a una escala gráfica podemos más o menos conocer el transcurrir de un intervalo de tiempo.

Eso, insisto, al fin y al cabo sería otra forma de reloj. Aunque no existiera el concepto de tiempo en una sociedad moderna y avanzada, y en determinados aspectos, es imprescindible el control del tiempo. Al menos como elemento para orientar la organización, desde la gestión de computadoras y el funcionamiento interno de las mismas, hasta la coordinación de múltiples tareas, de forma que el tiempo es básico e imprescindible, y en una sociedad avanzada el tiempo es esencial, es un pilar básico, sin él no se podría realizar ninguna de las tareas que requiriesen coordinación, no funcionaría nada.


Por lo tanto relojes existirían, lo que ocurre es que puede haber muchos conceptos de reloj, incluso puede que no sea el concepto de reloj tal como lo entendemos ahora. A este respecto recordar la aparición de los smartwatches, que poseen relojes y son diferentes a un reloj de muñeca mecánico tradicional. De forma que con una sociedad avanzada el reloj tiene que existir sí o sí, otra cosa es que lo llevemos en nuestra muñeca, o no lo llevemos con nosotros, o le demos la espalda, pero querámoslo o no vamos a estar controlados por un reloj y vamos a manejar un reloj tarde o temprano. O lo van a tener que manejar por nosotros.

A medida que las sociedades se han vuelto más complejas tecnológicamente, los relojes se han vuelto más precisos y más imprescindibles. Desde los relojes en las torres de los pueblos y ciudades, que daban la hora para todo el mundo, hasta los relojes en la época victoriana que daban hora para la casa, y luego los relojes que acompañaban a cada uno primero en sus bolsillos, luego en sus muñecas. El siguiente paso quizá sea un reloj incrustado directamente bajo la piel.


Ricardo Suárez-. Pues sí, parece que el reloj, aunque en una sociedad antigua puede que no hubiera existido e incluso se pudiera vivir sin él, guiándose como decías por las estaciones, en una sociedad moderna es vital.

Muchísimas gracias por acompañarnos, Mateo, y por contarnos un poco la historia de la relojería, y sobre todo de sus curiosidades, como en esta ocasión.

Mateo Salazar-. Gracias a vosotros.

| Redacción: CODE Intermedia | codeintermedia.com